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    Comportamiento - 15/09/2017

    “¿A qué nos referimos con tecnoadicción? Puede esconder ciberacoso, soledad, aburrimiento…”

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    Entrevista a Mª Angustias Salmerón Ruiz. Especialista de la Unidad de Adolescencia del Hospital Universitario La Paz (Madrid).

    María es pediatra, doctora en Medicina, especialista en el cuidado integral del adolescente (10 a 21 años). Trabaja en el Hospital La Paz en la Unidad de Adolescentes y en el Hospital Ruber Internacional de Madrid, como responsable de la unidad de Nuevas Tecnologías. Tiene especial interés en el acoso escolar, ciberacoso y problemas relacionados con la salud y las TIC, temas que ha abordado en  numerosas obras. Además, es coordinadora del grupo de Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación de la Sociedad Española de Medicina del Adolescente (SEMA).

     

    Con la llegada de las nuevas tecnologías, el auge de las redes sociales y la democratización del uso de smartphones, cada vez estamos más conectados. Las ventajas son muchas pero ¿por qué parece que prima lo negativo cuando pensamos en la vida (digital) de los adolescentes? María Salmerón, especialista de la Unidad de Adolescencia del Hospital Universitario La Paz, lo tiene claro: algo estamos haciendo mal.

     

    En su opinión, ¿estamos abordando bien el uso de la tecnología y lo que implica?

    Se está hablando mucho de todos los problemas que puede generar internet y como no se cuenta lo positivo, no se trata la prevención. Es un grave error, porque lo que deberíamos intentar entre todos (familia, profesionales que trabajan con menores, medios de comunicación y sociedad en general) es que los problemas no ocurriesen. Si tenemos que solucionarlos es porque algo estamos haciendo mal.

    Para llevar a cabo la prevención, los colectivos que trabajan con menores deben ayudar a que los padres acompañen a sus hijos en el uso responsable y adecuado de las nuevas tecnologías. Lo primero que hay que hacer es dar ejemplo, porque el niño tiende a imitar el patrón de su familia en todo.

     

    ¿Con qué edad deberían empezar a usar la tecnología los niños?

    Los menores de dos años deberían hacer un uso mínimo imprescindible de la tecnología, porque a esa edad el niño aprende con la relación directa que tiene con su cuidador y con el  establecimiento de vínculos, a través del juego libre.

    El problema es que los padres están usando la tecnología para entretener a niños muy pequeños cuando están solos. Los padres deben ser conscientes de que cuanto menos uso se haga de las nuevas tecnologías a esta edad y mayor juego libre e interacción con el menor se haga, muchísimo mejor.  Esto no significa que el niño no pueda usar los dispositivos, pero no como medio de entretenimiento.

    Otro uso que se hace es de manejo de la frustración. Cuando el menor tiene una rabieta, para que se calme le damos un dispositivo. Esto es un error, ya que el niño tenderá a reclamarlo cada vez que tenga una frustración.

     

    En el caso de niños más mayores, ¿cómo hay que actuar?

    Hasta los 10 años es la edad del acompañamiento. Los padres deben estar con los hijos cuando usen las nuevas tecnologías, jugar con ellos y conocer los juegos a los que juegan, estar al tanto de las políticas de las redes sociales que usan, etc.

     

    ¿Y con los adolescentes?

    En la adolescencia comienza la etapa de la supervisión. El menor no te va a dejar que le acompañes y como mucho te pedirá ayuda, si la necesita. Si todo lo anterior no lo has hecho, va a ser muy difícil que puedas empezar a poner reglas. Lo que hay que transmitir a esas edades es que si tienen cualquier problema pueden acudir a nosotros y ser su figura de referencia. Hay que explicarles conceptos tan importantes como privacidad e identidad digital para que puedan navegar de forma segura.

     

    ¿Los jóvenes que están ‘enganchados’ a los dispositivos responden a un perfil? 

    No. Depende mucho de la persona. Es verdad que, por ejemplo, en el tema del ciberacoso los perfiles del acosado y el acosador están cambiando. Antes se relacionaba a la víctima con una persona vulnerable, diferente al resto, o que tenía poca capacidad para defenderse. Y en realidad, ahora, gracias a la sensación de anonimato que proporciona la Red para el que acosa, te das cuenta de que los patrones ya no son los habituales. Con la adicción pasa igual. No hay un perfil concreto. Aunque, sí que es verdad, que las personas que tienen problemas familiares, que se sienten o están deprimidos, pueden caer de forma más frecuente en este tipo de conductas, pero realmente no hay un patrón.

    Con las nuevas tecnologías se ha visto que la relación acosador-acosado ha cambiado y en muchas ocasiones es un círculo en el que puedes empezar siendo víctima y acabas siendo acosador. Para no perpetuar esta situación, es necesario cortar esta dinámica.

     

    ¿Hay población más vulnerable?

    Sí la hay. Por ejemplo, es más probable que un adolescente pase más tiempo con las nuevas tecnologías, así como los adultos cuyas profesiones requieran de un uso continuado del teléfono.

     

    Adicción, trastorno, patología… ¿Realmente existe alguna enfermedad relacionada con el mal uso de la tecnología?

    Problema sí. Pero la tecnoadicción, en concreto, necesita ser explicada. Cuando utilizamos este término, ¿a qué nos estamos refiriendo? En realidad, la tecnología es sólo un soporte. Es como si a una persona ludópata le dices que es adicto al papel porque juega a la lotería. A lo que de verdad uno puede ser adicto es a las funciones que realiza a través de ese soporte. Y el problema que hay alrededor de este concepto es que muchas veces se usa para etiquetar un comportamiento, pero no se indaga ni se va más allá. Por ejemplo, un adolescente puede pasar mucho tiempo con el móvil, incluso ponerse nervioso cuando se lo quitan, pero a lo mejor la razón por la que lo usa constantemente es porque está sufriendo ciberacoso o porque se siente solo y lo utiliza como refugio porque se aburre.

     

    ¿Qué es la hiperconectividad?

    La necesidad permanente de estar en contacto con otros, sean conocidos o desconocidos, las 24 horas del día. Muchas de las personas que se refugian en esto tienen rasgos depresivos, tienden a no salir de casa o sentirse solos. Y tienen síntomas de tecnoadicción: nerviosismo al no poder usar el dispositivo, sudoración, palpitaciones, falta de sueño, mala alimentación, etc. 

     

    ¿Cuál es el motivo más frecuente por el que los jóvenes acuden al hospital relacionado con las nuevas tecnologías?

    El principal problema que tienen los adolescentes es el acceso a información inadecuada para su edad. Pero no es lo más problemático. Lo más problemático son las situaciones conflictivas, donde entra el juego el ciberacoso y todo lo relacionado con él, y las “adicciones”.

     

    ¿Esto es igual en otros países?

    En los países en vías de desarrollo,  en donde el acceso de la tecnología no es tan extenso, estos problemas no existen. Y en los avanzados, las estadísticas son muy parecidas. Aunque los países que cuentan con un componente muy social, como los mediterráneos, tienen menos riesgos ante determinados problemas relacionados con las nuevas tecnologías, que países como Japón, cuyo patrón cultural es totalmente diferente.

     

    ¿Qué debe hacer una persona que sufre ciberacoso?

    Confiar en un adulto y contarlo. Ya sea a sus padres o a su tutor porque sienta más confianza. La única manera de salir del círculo del ciberacoso es darlo a conocer, porque cuando eres víctima una de las cosas que te pasa es que lo que puedes llegar a sufrir es tal, que realmente llega un momento en el que no tienes herramientas para poder reaccionar y lo único que puedes hacer es pedir ayuda. Pero hay que pedirla.

     

    Entrevista realizada por el equipo de comunicación RC y Sostenibilidad de Telefónica

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